Como si el destino hubiera querido espolear con reiteradas calamidades el ánimo constructivo y emprendedor de los gobernantes del
siglo XVIII, un nuevo terremoto arrasaba Concepción y la zona aledaña, cuando apenas se habían repuesto sus habitantes de la tragedia
del 08 de julio de 1730.
En la madrugada del 24 de mayo de 1751 sobrevino el terremoto "que sólo de oír los bramidos que (la tierra) daba, apenas
había quién no estuviera fuera de sí". Al terror se unió la seguridad de la salida del mar, agravada esta vez porque muchos infelices
estaban aprisionados entre los escombros. Por fortuna, el maremoto tardó una hora en invadir la ciudad, de tal modo que muchos pudieron ganar
las alturas. Desde allí pudieron observar cómo el mar se retiraba, dejando en seco más de tres leguas de playa, y cómo, transcurridos unos minutos, volvía "encrespando ola sobre ola con tanta altura, que superó y coronó toda la ciudad. Retiróse con gran fuerza y llevándose tras
sí todas las paredes aún no caídas y muebles de todas las casas".
Los habitantes de Concepción quedaron desnudos y sin techo, a la entrada de un invierno excepcionalmente crudo. Para colmo de males,
la salida de madre de los ríos impedía las comunicaciones y el auxilio de las víctimas.
El animoso gobernador, ya anciano (cerca de los 80 años), Ortiz de Rosas, pudo llegar a Concepción en la primavera. Dispuso el traslado de la ciudad (desde Penco), en discrepancia con el obispo, don José de Toro Zambrano, suscitando innumerables controversias.
El rey debió fallar tal litigio. El gobernador Ortiz de Rosas solicitó y fue relevado del mando el 28 de diciembre de 1755.
FUENTE: Historia de Chile Ilustrada, Encina - Castedo, publicación de Las Ultimas Noticias, Santiago
Luego de muchos sismos precursores, a las 01:00 horas, un violento y prolongado terremoto, volvió a derribar todas las edificaciones de la ciudad de Concepción. El movimiento fue de tal envergadura que las personas no podían mantenerse en pie.
Media hora más tarde, el mar se retira a más de un kilómetro de la playa y siete minutos más tarde una enorme ola con gran violencia,
cubrió toda la ciudad. Durante la retirada, arrastró los escombros y objetos de las personas quedando varado un buque en medio de la ciudad. Luego volvieron dos olas más, la última de mayor tamaño. Una cantidad de escombros arrastrados por el tsunami, fue barrida por la playa de la Isla Quiriquina; muchos objetos valiosos se recobraron de esta manera, incluyendo "imágenes y tesoros de todas las iglesias, arcas, cofres, baúles, escritorios, canastos de papeles, catres y muchos otros objetos arrastrados de la ciudad entera".
El tsunami se propagó por el Pacífico y afectó las islas Juan Fernández. Los testimonios de este fenómeno son dramáticos. "El mar saliendo
de su centro con extraña braveza inundó toda la ciudad como sucedió en El Callao cuyas memorias desanimaba más a las que no habían perecido debajo de las ruinas, se hallaban cercados entre ellas y los demás en los patios de las casas queriendo con grandes fatigas, uno saltar las exteriores paredes que aún no estaban caídas, otros imposibilitados de hacer alguna diligencia pues, su cortedad de espíritu, los tenía enteramente sorprendidos e imposibilitados de huir del gran peligro que se experimentaba, el que se encontraba en la calle ya recobrado de
huir al monte, gritaba al paso que corría diciendo "el mar sale de su centro, huyan todos al monte", lo que tantas veces repetido, y continuando el temblor aunque más aplacado". Una de las maravillas fue el haber detenido las aguas del mar, en algo más de media hora, después del temblor, en cuyo tiempo pudieron con grandísima dificultad salir de las ruinas y huir desatentados para ampararse en los montes, en donde
estaban colocados más vecinos de esta ciudad, servía de mayor turbación al ver a esta fluctuando contra las furiosas olas del mar lo que todos habíamos experimentado y estábamos experimentando pues lo formidable del terremoto, los horribles bramidos que la tierra daba, el estruendo espantoso que hacían caer los templos, torres, campanas, edificios, casas grandes y pequeñas, la gran fuerza con que el mar llevaba tras si los
muebles de las casas y fragmentos de todos ellos, los destemplados alaridos y lamentosa gritería de las personas, los aullidos de los perros,
el desconcertado canto de las aves y ver a los que fluctuando entre las olas y golpes de mar iban a perecer, los que no habían podido por sus años, achaques o desgracias acogerse al monte, creyeron, otro diluvio cuando vieron sepultada en el mar a lo que poco antes había sido nombrado Ciudad de La Concepción, pues a la media hora y minutos (como llegó otro tsunami) empezando a hervir el mar, se ausentó precipitadamente de sus riberas de toda su bahía (que es de 3 leguas) en seco, como a los 7 minutos volvió con grandísima fuerza, encrespando ola sobre ola con tanta altura, que excediendo sus límites traspuso y coronó toda la ciudad, entrando con más violencia que la carrera de su caballo; retiróse con gran fuerza y llevándose tras de si todas las paredes (que no estaban caídas) otras veces en la forma atrás y volvía a ir con más fuerza en la
segunda y tercera ola, arruinose toda la ciudad. "Toda la noche prosiguió continuamente temblores y al día siguiente entrando y saliendo el mar."
A raíz de los reiterativos tsunamis, se decide cambiar la ciudad de Concepción hacia un lugar más seguro, lejos del mar y los efectos de
los tsunamis El lugar escogido es en el valle de la Mocha en la ribera norte del río Bíobío. La ciudad deja de ser puerto y en su lugar, se construye uno nuevo en el sector suroeste de la Bahía de Concepción y recibe el nombre de Talcahuano.
FUENTE: Web Univ. de Concepción - Jorge Quezada Flory
25 de mayo de 1751 - CONCEPCION
La noche del 23 de Mayo, se sintió una fuerte sacudida precursora que hizo que mucha gente pasara preparada esa noche.
Otros pequeños movimientos se sintieron el 24 y al amanecer del 25 de Mayo otros más. Unos quince minutos después, sucede una
violenta sacudida que destruye un vez más la ciudad de Concepción. El tsunami siguiente terminó por producir una catástrofe total.
Se estima una magnitud de 8.5 por los cuantiosos daños y tsunami generado.
Un escrito anónimo de aquella fecha, relata como se sintió el terremoto aquella noche:
"Mucho temor causó a todos el temblor de la noche del 23, por lo extremo formidable. Los habitantes se habían entregado al sueño y descanso pero, poco más de la una vino un fuerte remezón, con el que todos precipitados corrimos a los patios de las casas y apenas comenzaban a pedir a Dios y sus cercanías, mandando un terrible temblor de tierra, que sólo de oír los bramidos que ésta daba, apenas habían quién no estuviera fuera de sí; su mayor fuerza me pareció que duraría seis minutos en cuyo tiempo sucedieron tres repeticiones más fuertes."
"No quedó en este instante templo, casa grande ni pequeña que no se dañase. El movimiento de tierra era tan formidable que ni aún las personas
se podían mantener en pie; ni huir de las casas que a su tiempo se desgarraban".
De la ciudad de Chillán no ha quedado piedra sobre piedra, lo mismo dicen de lugares inmediatos sin saber el número de personas muertas.
En Santiago, capital de Chile, no causó mucho estrago el temblor, pues solo algunas torres y pocas casas se cayeron.
El 26 de junio de 1751 se sintió un fuerte temblor secundario que causó extensos daños en las viviendas construídas provisoriamente.
El sitio de la ciudad de Concepción tuvo que ser abanadonado. A consecuencia de este fenómeno, los habitantes que se quedaron sin casa y se acordaban de otros daños que habían recibido de anteriores catástrofes, comenzaron a reclamar para mudarse a otro sitio que se considerara
libre de estos elementos tan trágicos para la poblacion.
El gobernador de la época al ver los efectos de este nuevo cataclismo, concuerda con los pobladores, en consecuencia, propone el traslado
de la ciudad a otro punto, opinando este último que fuese lejano a las invasiones del mar producto de los sismos.
El sitio más propicio sería el valle de la Mocha, el cual está situado a orillas del río BíoBío por el sudoeste; el cerro Caracol por le
sudeste y por el oeste las lagunas Lo Galindo y Las Tres Pascualas.
El puerto se cambia al extremo SO de la Bahía de Concepción, surgiendo Talcahuano.
La nueva ciudad se fundó en 1764 y el nombre de "Penquistas" dado a sus habitantes, recordará por siempre su telúrico pasado en Penco.
En la actualidad, sólo un trozo de muralla del fuerte, es el único remanente de la antogua Concepción.
FUENTE: Web Univ. de Concepción - Texto: Jorge Quezada Flory
1751: El tsunami que cambió de lugar a Concepción
Después del terremoto y maremoto del 25 de mayo de 1751, el Gobernador Ortiz de Rozas vino a la destruida Concepción de Penco y oyó
a los vecinos que solicitaban el traslado de la ciudad a un lugar más seguro. Visitó los terrenos que se proponían, y viendo que los habitantes no se ponían de acuerdo, resolvió que en Cabildo Abierto cada uno emitiera su voto por uno de los tres sitios que propuso, y que se eligiese
el que obtuviese mayoría. Los lugares propuestos fueron:
- La Loma de Parra, que cae a la parte septentrional de la boca del puerto
- El Llano de Landa, que estaba sobre el monte que estrechaba la destruida ciudad y
- El Valle de la Mocha, entre los ríos Andalién y Bíobío. Hubo mayoría de votos por el último y se expidió el decreto para que en éste se reedificase la ciudad. Este valle está situado a orillas del Bíobío, hacia el Norte distante de San Vicente dos leguas y media y otras tantas
de Penco. Extendiéndose entre los ríos Andalién por el norte y el Bíobío por el Sur Este y por el Oeste las lagunas de Galindo y Las Tres Pascualas y los collados de Chepe y Gavilán.
El traslado dio lugar a una larguísima tramitación de 12 años. El obispo José de Toro Zambrano y grupos de influyentes vecinos oponíanse tenazmente al proyecto de traslación. Por una Real Cédula de 6 de Octubre de 1757, dada con acuerdo del Fiscal del Real Consejo de Indias, se aprobó el Decreto del Gobernador Ortiz de Rozas que disponía el traslado de la ciudad al Valle de la Mocha.
Entre tanto murió el Obispo Toro Zambrano y su sucesor, don Fray Angel de Espiñeira, era proclive a la mudanza y, después de otras tramitaciones, el gobernador Antonio de Guill y Gonzaga, el 2 de noviembre de 1764, dispuso la traslación y declaró a Concepción para ser capital del Obispado
y por único puerto de registro, surgidero y amarradero de los navíos que entrasen a la bahía (de Concepción) el conocido con el nombre de Talcahuano.
Así la ciudad quedó trasladada para siempre al lugar que todos conocemos entre enero y marzo de 1765.
FUENTE: Diario EL SUR, Concepción - Texto: Quintín Oyarzo Leiva - Publicado enero 2005
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