Definiciones de "Movimiento Telúrico" |
Un SISMO, TERREMOTO o TEMBLOR de tierra es una sacudida de la corteza terrestre producida por procesos repentinos que se desarrollan en el interior de la tierra, y que produce frecuentemente derrumbamientos, agrietamientos, etcétera. |
Los terremotos son imprevisibles Tampoco se tiene una idea precisa de cómo podría lograrse tal predicción, pero a partir de la información científica se pueden calcular las probabilidades de que un sismo ocurra en el futuro. Dada la presente imposibilidad de predecir los terremotos, los esfuerzos preventivos se concentran en mejorar las estructuras y los sistemas de mitigación de desastres, no en el diseño de programas de predicción. Por otra parte, si bien se han observado cambios en el comportamiento de los animales previo a la ocurrencia de un fenómeno de este tipo, éstos no sirven para predecir un terremoto, toda vez que no se ha podido determinar una conexión directa entre el fenómeno y los cambios en mascotas o animales de granja. Los movimientos telúricos son constantes sobre la corteza terrestre y se ha podido observar que por cada temblor de magnitud 6 se producen –como promedio– diez de magnitud 5, cien de magnitud 4 y un millar de temblores de magnitud 3 y así sucesivamente hasta llegar a los movimientos imperceptibles para el común de la gente. Esto podría interpretarse como que si ocurrieran muchos pequeños temblores se estaría supliendo la falta que, para el apropiado acomodamiento de las placas tectónicas, hace un gran movimiento telúrico. Pero no es así. La fuerza liberada por un temblor de magnitud 6 –esto es, ligeramente inferior al ocurrido en Puerto Plata– es mil veces superior a la de un fenómeno de magnitud 4 o, aún más, 32,000 veces mayor que la liberada por uno de magnitud 3. Se ha intentado la técnica de inyectar fluidos “lubricantes” en las fallas tectónicas con el propósito de retrasar o impedir la ocurrencia de un temblor, pero el resultado ha sido el contrario: cuando se ha inyectado material de este tipo la tierra ha reaccionado temblando más rápidamente que si no se hubiera realizado la acción “retardante”. Igualmente, se ha hablado de un clima propicio para la ocurrencia de temblores. En el siglo IV antes de nuestra era Aristóteles propuso que los terremotos eran causados por vientos atrapados en cavernas subterráneas. Se pensaba que los pequeños temblores eran causados por corrientes de aire que movían los techos de las cuevas, mientras que los grandes terremotos eran causados por el aire que golpeaba con fuerza los techos de las cavernas en su intento por salir a la superficie. Esta teoría condujo a pensar que existía un “clima para los terremotos”, que debía ser cálido y tranquilo en el momento previo a que se produjera un terremoto. Una teoría más reciente establecía que los temblores de tierra ocurrían con cielos nublados y que eran precedidos por vientos fuertes y meteoritos. En realidad, no existe relación alguna entre los terremotos y el clima. Los terremotos tienen su origen en procesos geológicos que se producen bajo la superficie de la tierra y pueden ocurrir con cualquier clima y en cualquier época del año, de día o de noche. El viento, la lluvia, la temperatura y la presión atmosférica sólo afectan la superficie y los estratos más superficiales de la Tierra, mientras que los terremotos se originan en profundidades que escapan el alcance de las fuerzas del clima y, de la misma manera, las fuerzas que dan origen a los movimientos telúricos son mucho más poderosas que las que dan origen a las variaciones climáticas. De la misma manera, los terremotos no pueden cambiar las condiciones climáticas, pero sí la elevación de la tierra y su forma, su morfología. Los movimientos telúricos pueden provocar cambios en la disposición geográfica de áreas completas, de manera que lugares que se encontraban a cierta distancia de cuerpos de agua se conviertan en áreas costeras, o viceversa. De tal manera se necesitan millones de años para que los movimientos telúricos provoquen un cambio en las condiciones climáticas. Empero, se han podido observar ciertas correlaciones –pequeñas pero de cierta significación– entre los movimientos de las mareas, producidos por la influencia gravitacional de la luna, y la frecuencia de ocurrencia de las réplicas telúricas en algunas regiones volcánicas. Los terremotos no son responsables de la formación de volcanes; pueden ocurrir en un área antes, durante o después de una erupción volcánica, pero son provocados por fuerzas activas relacionadas con la erupción. FUENTE: Revista [A]HORA del Octubre 6, 2003, República Dominicana) |
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